lunes, 24 de noviembre de 2008

AKHENATON



Tu aparecer es bello en el horizonte del cielo,
¡Oh, viviente Atón, iniciador de la vida!
Cuando apareces en el horizonte de Oriente
llenas la tierra con tu belleza.
Pues eres espléndido, sublime, radiante.
Tus rayos envuelven las tierras y todo lo que has creado.
Tú las enlazas con los lazos de tu amor.
Estás lejos, pero tus rayos se hallan en la tierra.



Así se inicia el himno a Atón que compuso el faraón Akhenatón hacia 1368 a C. como expresión del nuevo culto a ese Dios, único, con el que ofrecía cabida en la religión oficial a las gentes de todos los pueblos que se habían ido instalando en Egipto a lo largo de los siglos.
Con ello se enfrentaba a la hegemonía del culto aristocrático y nacionalista del dios Amón en Tebas; y también, claro está, a la casta político-sacerdotal de Amón, cuyo poder e influencia había ido en aumento durante los dos siglos precedentes, hasta el punto de llegar a dar algún que otro faraón, como parece que fue el caso del gran conquistador Tutmés III.


2 comentarios:

Elizabeth dijo...

Los seres humanos, desde hace millones de años, hemos hecho culto a nuestros dioses. Aunque el caso de Akhenaton me sugiere que lo hizo para ``simpatizar´´ con el dios y obtener su ayuda en su gobierno para aumentar las riquezas, su esplendor,etc. O puede que solo lo hiciese porque le temía, a Amón o a posibles problemas después de la muerte. Sea como fuere, creo que está bien tener presente la religión, pero no confiar en exceso en ella y poner un poco de nuestra parte.

Pedro-José Herráiz dijo...

Bien, Elizabeth.
Ya ves que las razones reales es muy complicado descubrirlas en historia.
Pero para hacerte una idea más exacta acuérdate de las hipótesis sobre la religión del país de Mitani, de donde procedían madres y esposas de los faraones anteriores a Akhenaton.
Un saludo.