Y seguro también, que este sabio rey tampoco habría dispuesto del tiempo que le proporcionó su obligada reclusión, imprescindible para aplicar su mente al conocimiento de la realidad y del TAO, el camino a seguir en la vida conforme a ese conocimiento.
El resultado de las reflexiones en prisión del rey Wen Wang, que vivió entre 1231 y 1135 a. de C., fue el I-CHING, (o I-KING) el libro de los cambios. Primero de los libros canónicos de la sabiduría china -el que constituye la infraestructura de su explicación del mundo-, viene siendo considerado a lo largo de los siglos como expresión de un saber supremo.
CH’IEN
(el cielo, la dureza, la firmeza, la luz)
Magnífico este principio.
Es el origen de donde proceden todos los seres.
Gobierna el Cielo.
Manda a las nubes avanzar prodigando su lluvia.
De Él fluyen la diversidad de todos los seres.
Gran luz, principio y fin de cuanto existe.
Después de haber constituido los seis puntos espaciales,
recorre el cielo montado en carro tirado por seis dragones.
La ley de Ch’ien es transformar.
A cada ser da su naturaleza y su existencia.
Conserva a todos en armoniosa concordia,
dando a cada uno
-constante e invariablemente-
cuanto le conviene para su subsistencia.
Es cabeza o principio,
origen de todos los seres.
Es la paz para todos los Estados.
Si se continúa adelante hasta llegar al momento nueve,
el de la aplicación práctica,
la virtud del cielo dejará de ser la cabeza rectora:
la dureza o firmeza en la acción,
que en principio debe ser cabeza y guía en nuestro comportamiento,
llegados al terreno de la práctica,
debe, muchas veces, ceder la dirección a la blandura.
(el cielo, la dureza, la firmeza, la luz)
Magnífico este principio.
Es el origen de donde proceden todos los seres.
Gobierna el Cielo.
Manda a las nubes avanzar prodigando su lluvia.
De Él fluyen la diversidad de todos los seres.
Gran luz, principio y fin de cuanto existe.
Después de haber constituido los seis puntos espaciales,
recorre el cielo montado en carro tirado por seis dragones.
La ley de Ch’ien es transformar.
A cada ser da su naturaleza y su existencia.
Conserva a todos en armoniosa concordia,
dando a cada uno
-constante e invariablemente-
cuanto le conviene para su subsistencia.
Es cabeza o principio,
origen de todos los seres.
Es la paz para todos los Estados.
Si se continúa adelante hasta llegar al momento nueve,
el de la aplicación práctica,
la virtud del cielo dejará de ser la cabeza rectora:
la dureza o firmeza en la acción,
que en principio debe ser cabeza y guía en nuestro comportamiento,
llegados al terreno de la práctica,
debe, muchas veces, ceder la dirección a la blandura.